lunes, 9 de diciembre de 2013

# Ojalá fuera un pez.

Dicen que los peces tienden a crecer más conforme más grande sea el espacio que poseen, y me he dado cuenta de que quizá mi problema sea que yo necesito más espacio para crecer, que estoy creciendo y siento que la pecera se me queda pequeña. Muy pequeña. Y me estoy asfixiando.

Esta encerrona me provoca el mismo dolor que el que debe sentir un pez enredado en un aro de plástico de las latas que nunca cortamos los humanos antes de tirar a la basura: Siento que se me queda todo pequeño. Que necesito libertad, expandirme, crear y dejar de creer, espacio.



Necesito salir de las mismas caras, de las mismas calles, los mismos amaneceres y las mismas repeticiones de siempre. Estoy cansada de los malos gestos y las malas caras porque soy un pez morado dentro de un estanque de peces naranja.

Estoy harta de lo mismo de siempre, necesito cambio y expansión, y no hablo de cambiar de pecera, no, hablo de salir de aquí, de romper los cristales, de nadar por el caos, y llegar al mar.

Ser un pez independiente.

Ser libre.

Ser yo.




Dicen que los peces lo olvidan todo cada tres segundos.

Ojalá fuera un pez.











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